Ubicado en el Círculo Polar Ártico, este complejo vacacional está compuesto por 71 iglús con techo de cristal diseñados para contemplar las auroras boreales en el único pueblo navideño del mundo.
La demanda por vivir esta fantasía invernal es tan extrema que Milagros ya gestiona reservas confirmadas para diciembre de 2027. A pesar de que los precios pueden escalar hasta los 1.500 euros por noche durante la temporada navideña, los turistas agotan las plazas con años de antelación para hospedarse en estas estructuras básicas de 19 metros cuadrados que priorizan la experiencia sobre el lujo.
Aunque el destino parece extraído de un cuento, Milagros advierte que la realidad es austera y de costumbres sencillas, lejos del despliegue publicitario de ciudades como Nueva York. Los visitantes suelen sorprenderse por la sobriedad nórdica y los altos costos de las actividades, como pagar 35 euros por una foto de dos minutos con Papá Noel o enfrentar la incertidumbre de "cazar" auroras, lo cual depende totalmente de la suerte y la paciencia.
En el aspecto laboral, Milagros (quien habla cuatro idiomas) percibe un sueldo que oscila entre los 2.000 y 2.500 euros mensuales, trabajando en jornadas de ocho horas bajo temperaturas que alcanzan los -20°C. Describe su estancia en el Ártico como un "retiro espiritual" donde el aislamiento y el frío se sobrellevan gracias a una "familia improvisada" de compañeros, entre los que se encuentran otros seis argentinos.
Para esta graduada en Comunicación, trabajar en el confín del mundo es una oportunidad para ahorrar y "bajar cambios" mientras planifica seguir recorriendo el planeta. A miles de kilómetros de su hogar, ha aprendido a encontrar encanto en la rutina de la noche polar, procesando cientos de correos de personas que anhelan conocer al personaje más famoso de la Navidad.





