Rebecca, quien tiene 24 años y trabaja en este campo hace varios años, enfatizó que el trabajo nace de una necesidad de intervención inmediata, creando un espacio "no solo de escucha, sino de contención". Su interés personal surgió de una situación familiar, ya que tuvo un pariente "que estuvo en situación de consumo más de 22 años".
Rebecca destacó que la clave para la contención de las personas en situación de consumo y sus familias es la base espiritual, articulando el trabajo profesional con la iglesia. Respecto al consumo, la profesional explicó que la sociedad a menudo ignora que "el consumo no ingresa en sí con la sustancia, sino que ocurre por la falta de algo". Además, subrayó la importancia del rol familiar, señalando que los padres preguntan: "¿Cómo puedo acompañar a mi hijo/a que está en una situación de consumo?".
Una parte fundamental del proceso es que las familias aprendan a establecer límites claros, lo que ella define como "amor duro". Rebecca explicó la necesidad de cortar con la manipulación del adicto, indicando que "el adicto tiene que saber que siempre va a haber un límite y que va a llegar hasta donde la familia deje que llegue". Asimismo, criticó la estigmatización social, la cual impide la reinserción y cierra posibilidades: "Lo que impide muchas veces la reinserción social es el estigma, que tanto duele, esas etiquetas que coloca la sociedad".
Al finalizar su intervención, la profesional dejó un mensaje de esperanza para quienes luchan contra la adicción: "Para las personas que quizás hoy se encuentran en consumo, les digo que nunca es tarde para volver a empezar". Subrayó que la recuperación es un trabajo de toda la comunidad, incluyendo al Estado, las iglesias, la familia y las escuelas. Finalmente, Ávalos afirmó que, aunque no hay beneficios monetarios, la labor es gratificante, y que solo son "un puente en la vida de esas personas que estuvieron hundidas".





