A este agotamiento se le suma la melancolía por pérdidas personales que se revive durante las fiestas y la desilusión por las metas que no logramos cumplir durante el año. La experta señala que este "combo" de factores puede afectarnos profundamente si nos dejamos llevar por la vorágine de las reuniones sociales y el modo automático sin prestar atención a lo que nos sucede internamente.
Proyectar el futuro también puede ser una fuente de ansiedad cuando nos imponemos el mandato de "ir por más" o llenar listas de obligaciones agobiantes. Para evitar que el deseo se convierta en una carga, la propuesta es abandonar el enfoque del "tengo que" y reemplazarlo por conceptos que realmente nos motiven y nos conecten con lo que queremos sentir.
El primer paso para una transición saludable es realizar un balance del 2025 eligiendo tres palabras positivas que lo representen, como "crecimiento", "amor" o "movimiento". Anclarse en los aspectos positivos del año que se va permite construir una base sólida para el futuro, evitando la sensación de inseguridad o de estar construyendo sobre arenas movedizas.
Finalmente, para encarar el 2026, la recomendación es elegir otras tres palabras que representen nuestros deseos profundos en lugar de tareas rígidas. Por ejemplo, en lugar de la obligación de "ir al gimnasio", se puede optar por palabras como "salud" o "energía", lo que permite soltar la presión de las exigencias y enfocarse en lo que realmente nos hace bien.





