La paciencia de los vecinos de Resistencia se agota. Las obras del Plan de Bacheo 2025, impulsado por la Municipalidad y la Dirección de Vialidad Provincial, han transformado el centro de la ciudad en un verdadero laberinto, generando un caos circulatorio que va mucho más allá de las molestias habituales de cualquier obra pública. La falta de un plan integral de ordenamiento del tránsito es, a todas luces, el principal responsable de este embrollo que afecta a miles de conductores y peatones a diario.
Las quejas se multiplican y apuntan directamente al ritmo exasperantemente lento de los trabajos y a una señalización que, en muchos casos, es precaria o directamente inexistente. Calles neurálgicas como Don Bosco al 500, donde la reposición de caños parece no tener fin, o Monteagudo al 200, recientemente intervenida, han derivado en una sobrecarga inmanejable de las arterias paralelas. El resultado es el esperable: embotellamientos constantes y demoras que afectan la vida cotidiana de todos.
Pero el problema no se limita solo a la congestión. Resistencia ya ostenta preocupantes índices de accidentes de tránsito, y este colapso vial no hace más que agravar la situación. El Hospital Perrando, nuestro principal centro de emergencias, es testigo mudo de las consecuencias, recibiendo diariamente a pacientes politraumatizados producto de siniestros viales. Esto no es solo un problema de tránsito, es una cuestión de salud pública que el municipio y el ejecutivo provincial parecen pasar por alto.
La desidia y la falta de planificación se evidencian aún más cuando se observa la calidad de algunas reparaciones. ¿Cómo es posible que obras recién terminadas ya muestren signos de deterioro? El caso de la calle Colón, entre Juan B. Justo y Arturo Illia, frente al Teatro Guido Miranda, es un ejemplo flagrante. Un bache histórico que había sido "reparado" reaparece, sembrando dudas sobre la calidad de los materiales y, lo que es aún más grave, sobre la idoneidad de los controles de obra. ¿Quién es el responsable de garantizar que el dinero de los contribuyentes se invierta en trabajos duraderos?
Desde el sector del transporte público, la voz de alarma también se ha encendido. Los colectiveros, quienes transitan a diario las arterias más complicadas de la ciudad, advierten que el bacheo, lejos de ser una solución, ha complicado aún más sus recorridos habituales, extendiendo los tiempos de viaje y generando un servicio deficiente para los usuarios. Esto afecta directamente la movilidad de miles de chaqueños que dependen del transporte público.
La Municipalidad de Resistencia y el Ejecutivo provincial tienen una responsabilidad ineludible en este desorden. No basta con iniciar obras; es imperativo contar con un plan real y eficiente para el ordenamiento del tránsito que acompañe el proceso de bacheo. La falta de coordinación, la precariedad en la señalización y la aparente ausencia de controles de calidad no solo generan inconvenientes, sino que ponen en riesgo la vida de nuestros vecinos y demuestran una preocupante falta de previsión por parte de quienes tienen la obligación de gestionar la ciudad. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar esta improvisación que nos cuesta tiempo, dinero y seguridad?