El gobierno argentino decidió eliminar los Ensayos Comparativos de Rendimiento (ECR), un requisito que antes era obligatorio para el registro de nuevas variedades vegetales. Esta medida, impulsada por el Instituto Nacional de Semillas (INASE) y que deroga normativas de los años 90, busca dinamizar el sector agropecuario facilitando la entrada de nuevas semillas al mercado. Se anticipa que esta modificación tendrá un impacto significativo en cultivos esenciales como soja, maíz, trigo, girasol y alfalfa.
La justificación principal detrás de esta decisión es que los ECR retrasaban la comercialización de nuevas variedades hasta por tres años, lo cual dificultaba la adaptación a desafíos apremiantes como sequías y plagas. El objetivo del gobierno es que las empresas puedan acelerar el proceso de registro y ofrecer semillas que se ajusten mejor a las condiciones específicas de cada región, con la aspiración de posicionar a Argentina como un "lugar de innovación agrícola".
Sin embargo, la medida provocó preocupación y dudas en el sector del agronegocio. Anteriormente, los controles del INASE proporcionaban beneficios importantes, tales como una mejor trazabilidad de las semillas, el fortalecimiento de la fiscalización, la optimización en la gestión y una mayor transparencia en los procesos productivos. Existe el temor de que se produzcan deficiencias en la evaluación del rendimiento real y en la garantía de la calidad de las semillas.
El INASE defiende la medida argumentando que se priorizarán parámetros como la eficiencia productiva y la resiliencia climática. No obstante, críticos advierten sobre los posibles riesgos que implica la falta de una evaluación exhaustiva.
El éxito de esta desregulación dependerá fundamentalmente de la capacidad para equilibrar la agilidad en el registro de nuevas variedades con el mantenimiento de los estándares de calidad en un mercado que demanda respuestas rápidas y efectivas ante los desafíos del cambio climático y la creciente demanda global de alimentos.