La importancia de la concienciación sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) se hizo evidente durante la Semana Internacional de Concienciación sobre esta afección, celebrada del 10 al 16 de octubre. El TOC afecta a aproximadamente 1 de cada 100 adultos y a menudo es diagnosticado tardíamente. Por lo general, su tratamiento eficaz combina terapia cognitivo-conductual y, en algunos casos, medicación para ayudar a manejar los síntomas.
El TOC se caracteriza por obsesiones y compulsiones que pueden comenzar desde la infancia. Estos síntomas pueden manifestarse como pensamientos intrusivos repetitivos y rituales que intentan aliviar el malestar emocional. Por ejemplo, una persona puede obsesionarse con cerrar una puerta y sentir la necesidad de revisarla múltiples veces.
La doctora Silvia Ongini, psiquiatra del Hospital de Clínicas de la UBA, señaló que el TOC también puede presentarse en niños y adolescentes, aunque a menudo se subestiman sus síntomas. La detección temprana y el tratamiento adecuado son fundamentales para reducir complicaciones y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen. El TOC se manifiesta en comportamientos como el lavado excesivo de manos, la necesidad de orden y la repetición de acciones, lo que puede interferir significativamente en la vida diaria.
Para identificar si se trata de TOC, es crucial que las personas reconozcan ciertos síntomas. Aquellos que pasan más de una hora al día lidiando con obsesiones o compulsiones, o que experimentan un malestar considerable debido a estos pensamientos, deberían considerar buscar ayuda profesional. A menudo, el TOC se asocia con trastornos de tics, ansiedad y otros problemas de salud mental.
El tratamiento del TOC suele incluir psicoterapia, especialmente la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a las personas a enfrentar sus pensamientos intrusivos y a evitar rituales compulsivos. En algunos casos, se pueden utilizar antidepresivos para ayudar a manejar los síntomas. La clave es la paciencia y la motivación para lograr un cambio positivo.
Finalmente, es esencial que los padres estén atentos a los síntomas en sus hijos. Si estos síntomas interfieren con la capacidad de jugar, dormir o disfrutar de la vida, se recomienda una consulta profesional para obtener un diagnóstico claro y un tratamiento adecuado. Con el apoyo correcto, es posible manejar el TOC y mejorar la calidad de vida.
